Me hundo, trato de escapar, cada vez es más difícil respirar.
Miro alrededor buscando una mano, una mirada, pero nadie me escucha, cada uno está ocupado en sus asuntos y sigo hundiéndome en el fango. Agito mis brazos en busca de un escape, mis piernas ya no pueden moverse, la presión va subiendo y ya llega a mi estómago.
Grito con todas mis fuerzas y mis palabras son sordas, cada uno de mis alaridos sólo hacen hundirme más profundo.
Mis fuerzas se apagan,
mi mundo se consume,
mi corazón se para,
mis lágrimas consumen el último respiro.
Ya no lucho contra la arena movediza, ya no lucho por salir, acepto mi destino.
Mi
alma
se
apaga.
3 abr 2007
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